ante todo, gracias.

Hay una frase que está citada en el diccionario, en la entrada forma, es de Rudolf Steiner y a mí me gusta mucho. Dice: el molde no existe por causa suya sino por causa del pastel. Lo que importa es que lo que está dentro del molde reciba su forma... (la obra de arte consiste en la vivencia del alma cuando se entrega a las formas y se moldea de acuerdo a ellas). Creo que me gusta mucho porque no la entiendo demasiado. A veces la leo, y tengo la certeza de saber exactamente de qué esta hablando. Otras veces me pregunto, cuál será el molde, y cuál será el pastel. Si la obra de arte es el molde o el pastel. Si la obra es la vivencia del alma, si el alma es el molde y si la forma es el pastel. Creo que algo de esto me sucede haciendo el diccionario. Es un trabajo que me permite ser autora y no serlo, ser colaboradora y aparecer en autorías colectivas, o entregarle al trabajo un texto que escribí para otra cosa y que necesariamente pertenezca a la categoría de entregas especiales. Me gusta sentir que alguien que vivió en otra época me habla, y citarlo para que les hable a otros. Me gusta incorporar a un escritor y citarlo como si fuera un amigo, como a Felisberto Hernández, por ejemplo: él es mi amigo. Y aparece bastantes veces en la categoría: citas.Estas categorías organizan singularmente esta versión del diccionario, hacen este libro así como es: lo arman y también, lo decoran. Este ordenamiento nace en éste y para este libro. Es una idea de Fabián Lebenglik, editor de esta editorial, al quien nunca le agradecí explícitamente, y aprovecho esta oportunidad publica para hacerlo.El video: prólogo que editamos para esta presentación el la versión video3 del diccionario. Lo elegimos para enmarcar este libro en el recorrido del proyecto total. Vienen dos más en camino. En este viaje audiovisual tengo una socia de lujo, Marina Rubino. Marina es mi maestra del documental.Y por último quiero agradecer especialmente a Adriana Hidalgo ya que el hecho de conocerla me certifica una vez más que la calidad del encuentro entre las personas es lo que garantiza la existencia de las obras.

martes, 9 de agosto de 2011

Prólogo versión libro publicada por ©Adriana Hidalgo editora S.A,2004



Un poco de historia y algunas indicaciones útiles(*)


Fue en 1997, después ya de años de dedicarme a la enseñanza de la pintura, de estar atenta a lugares comunes y preguntas que se repiten, buscando un camino de refinar el diálogo y facilitar la comprensión del arte y sus posibles lecturas, que ideé en formato Seminario, un curso que llevó el nombre que hoy tiene este diccionario.
Historias del arte, básicamente teórico, con producción de diapositivas y audiovisuales, trataba en suma de aprender a mirar la producción propia o ajena, histórica y contemporánea. Se investigaba la vida y la obra de algunos artistas que influyeron en el arte actual.
Items que ocuparon siempre a los artistas como, el texto, la calle, el cuerpo humano y la máquina, la historia del color, el vacío, el lenguaje visual en la vida cotidiana formaban parte del programa evidenciando el lenguaje como herramienta de poder, para la unión o la separación. Convocaba a personas interesadas o involucradas en cualquiera de las ramas del arte, ya sea practica o teórica, a los curiosos, por sobre todo. Bienvenido era el “‘informado” como quien no tenía idea alguna. Sucede que cantidades de términos son utilizados en el lenguaje coloquial, sin respetar su orden histórico y tergiversando totalmente su significado: cualquier mancha que chorrea es expresionista. Así como usamos estos términos sin conocerlos, suponemos que desconocemos conceptos y valores del lenguaje visual, con los que convivimos diariamente. Los conceptos se organizaban por orden alfabético y fue en esa operación donde comenzó la historia de este diccionario.
En el Diario de Delacroix, me topé sorpresivamente con sus intenciones de escribir un diccionario de arte, y la importancia que le daba a que éste fuera escrito por artistas y no exclusivamente por los críticos. Esta obra quedó inconclusa. Un cuarto de su diario está poblado con esbozos de definiciones, textos para el prólogo, listas de entradas y listas de posibles títulos. Habla del diccionario como un lugar donde uno no debe captar un desarrollo de la idea, ni un principio ni un fin, sino leer una frase para quedar meditando sobre ella. Ya estaba enfermo, no podía hablar ni

enseñar, decía no tener fuerza para el pincel pero si para escribir sus notas.
Gracias a los milagros del internet, recibí por esa época una entrevista a José Antonio Marina, filólogo, escritor, maestro y jardinero, y un admirable citador. Así me enteré de la construcción de su Diccionario de los sentimientos y de su interés por la palabra como preciso punto de unión entre la realidad y la inteligencia. Una verdadera historia de amor por las palabras. Esa entrevista y esa promesa de diccionario de los sentimientos, resultaron un gran refuerzo para mí, y un gran estímulo para la continuación de esta tarea, la cual parecía inmensa, imposible y tan pretensiosa.
diccionario de certezas e intuiciones
se compone de palabras en idioma castellano que con su uso contribuyen a la construcción del discurso del arte actual. Incluye términos de otras lenguas ya metabolizados. Se trata aquí de la creación de un diccionario de arte de construcción colectiva que encuentra su materialización en función del encuentro con el otro. Se rastrea el uso de la palabra en todas sus acepciones (los significados devaluaron a tal punto y los usos se ampliaron tanto que la mayoría de las veces desconocemos de qué esta hablando el otro cuando utiliza un término). La participación de cada uno lo constituye y lo transforma tanto en su contenido como en el modo de manifestarse. Incluye textos editados a partir de los aportes de los colaboradores que hasta este momento 28-6- 2003 suman 643. El concepto de diccionario se vuelve objeto de investigación.
Es una invitación masiva a la escritura. Este diccionario es completamente sensible, todo lo afecta: todas las variables del medio, todos los que escriben para él, los que no escriben. Todos los que hablan, los caprichos de la tecnología, el estado de las computadoras, los ritmos de los correos electrónicos, lo que se traduce y lo que llega en distintos idiomas, lo que va pasando en la ciudad día a día, todo lo que les pasa a quienes van construyéndolo, corrigiéndolo, el estado de ánimo de la ciudad. Y por sobre todas las cosas los mundos individuales de todos los que se han ido acercando e incorporando a este proyecto, dirigiendo sus rutas por lugares impensados.
Son curiosos, especialistas, estudiosos, ignorantes, madres, parientes, personas que azarosamente están ahí, amigos, extranjeros desconocidos, voluntarios, aparecidos, niños, profesionales que aportan sus textos, instituciones, emprendimientos individuales o grupales que se suman con infraestructura, nuevas ideas y posibilidades de experimentación. No hay juicio selectivo hacia las personas a quienes se les envía la palabra.
Se recepcionan citas, recuerdos y confesiones, rumores y pistas, acercamientos y descripciones que aportan a la diversidad de definiciones y cuestionan el sentido mismo de la palabra
definición. Si bien el grueso de los pedidos de colaboración se realiza por vía digital, también se suma información en eventos performáticos, donde se invita a escribir por distintos medios, en la pared, en el papel, en computadoras de acceso público en distintas situaciones. En los eventos donde se invita a escribir en las paredes la acción despierta un sentimiento primario, un recuerdo infantil, un lugar prohibido. Este sentimiento genuino se manifiesta en el impulso a la escritura junto con la reflexión sobre los términos propuestos. Ser testigo y parte de esta pulsión colectiva por la escritura en espacios públicos concentra energía al punto de exasperar o enamorar.
Todo soporte de información se revela como una posibilidad de ser parte de esta red instalando la pregunta y la reflexión sobre el lenguaje en la cotidianeidad de los usuarios, en el día a día de la ciudad.
La acción permanente consiste en el envío por correo electrónico de la solicitud de una definición y sus correspondientes respuestas son posteriormente editadas. El aporte se consuma en el acto de escribir. El diccionario se vuelve así, como un sensor que captara las ondas del aire, un receptor de lo que “está en el aire”, de las verdades, de las intuiciones, de las supersticiones que rodean aquello que entendemos como historia del arte, en una línea asintótica que va de lo personal a lo público.
El pedido de definición está dirigido a quien guste colaborar  y abierto a cualquier persona que demuestre interés y a toda persona que crea que le pueda significar felicidad el ser parte de este viaje. Los aportes se dirigen a daisy, que es el nombre que utilizo en mi correo electrónico. Es así que distintas versiones del diccionario aparecen en diversas publicaciones de artistas bajo el título de Pequeño daisy ilustrado, o el diccionario de daisy.
 Las colaboraciones son amistosas , el diccionario está hecho de regalos.
¿Debo entender, entonces, que alguien que pide ayuda a una parte del mundo para acercarse al concepto siquiera poético de "desobediencia", es real? Quiero decir: hay alguien que se llama Daisy? ¿No es un contestador automático de mensajes electrónicos? Alguien con alma, con cara, con brazos que escriben y

piernas capaces de correr... De ser así, Daisy, la vida aún tiene solución, aún no estamos deshumanizados del todo, y escribir tiene algún sentido.


El aspecto formador de esta obra resida quizá en el intento de forzar o al menos prefabricar un pensamiento colectivo. Su primera función se cumple cuando un gran número de personas reflexiona al mismo tiempo sobre el pedido de definición. Los pensamientos, al ser compartidos, aumentan su potencial transformador.
Estimada Daisy, aprovecho este petit dialogo para decirte que cada vez que recibo una propuesta tuya para intentar definir una palabra, me prometo colaborar, y NUNCA PUEDO ARRIESGAR UN COMENTARIO! Evidentemente tengo alguna dificultad con las "definiciones". La cuestión es que me gusta y me divierte lo que hacés e incluso, muchas veces me hace pensar un largo rato frente a la pantalla.

me disparan pensamientos tus preguntas o “research de palabras”,  “me quedo pensando toda la semana”.

Su segunda intención es fomentar la producción de texto local en lengua madre o en su defecto en la lengua con la cual tenemos una vinculación afectiva. Hay entre nosotros muchos seres de reflexiones valiosas de las que sólo nos enteramos sus amigos. Cada documentación escrita de nuestra experiencia es testimonio y vocero. Podriamos hablar, escribiendo.
La práctica de libertad de este proyecto promueve tanto la escritura como la inclusión de esos textos en un soporte mayor. Tiende a abrir puentes entre los cortes de acumulación del saber que se sucedieron en nuestro país debido a los golpes militares, pone en circulación conceptos y los renombra y constituye una herramienta de enunciación contrapuesta al silencio de las dictaduras. Es un trabajo intensivo que se construye a sí mismo a su manera sin dejar de horadar y confiar en que una gota puede producir una variación en la vida desde una acción de arte. Tiende a la inclusión de la mayor cantidad de puntos de vista diversos. Las definiciones no solo incluyen sino que propician las contradicciones. Si las ideas aparecen repetidas se editan como únicas o se elige la mas linda.
Se seleccionaron categorías para esta versión: enumeraciones, autorías colectivas, información pública, glosas, textos especiales, citas, recomendaciones y ocurrencias. Si bien la estructura de

las categorías se mantiene, cada entrada se presenta indistintamente con sólo una categoría o todas ellas. Las definiciones se encuentran incompletas y deliberadamente abiertas por principio de este diccionario.
Entre las autorías colectivas se aceptan verdades no comprobadas, sin firma, implantadas en el
saber común reproduciendo el modo en que la información nos llega cotidianamente a través del boca a boca, comentarios de amigos, conocidos, vecinos.
 En la categoría que llamamos información pública se acoplan saberes enciclopédicos, algunos tomados de documentales, periódicos, televisión, radio, manuales escolares, libros de texto y de Internet vía buscadores. Se encuentran también verdades tomadas de distintos libros por distintos colaboradores, apuntes sueltos, certezas.
Las glosas se encuentran en una categoría intermedia entre las autorías colectivas y la información pública.
Se recomiendan canciones, autores, obras específicas, libros, películas, incluso paisajes y paseos.
Adoro los cuadernos personales, sobre todo los de los artistas. Tenemos la suerte de que tantos de ellos ponen a disposición sus cuadernos de apuntes, resúmenes de clases en cursos y universidades, comentarios de libros; una bendición.
En nuestra historia local -intuyo que tendrá sus paralelos en otros rincones del continente- está probado que abundan los talentos desconocidos, los genios ocultos y que no todo lo legalizado y puesto en circulación y a disposición del público por las vías convencionales es lo mejor que tenemos. El diccionario intenta abrir el juego, incorporar textos inéditos, textos de catálogo y textos elaborados guardados en cajones y computadoras. La producción de texto local es aparentemente escasa pero mucho más escasa es la puesta en circulación de estos textos.
Sumamos así lo que llamamos entregas especiales, textos escritos para el diccionario o donados por teóricos, curadores y artistas de sus archivos personales.
Muchas palabras propuestas son pedidos de artistas colaboradores, como fuente de investigación para sus proyectos personales o para eventos específicos.  Hace ya varios meses que no me



ocupo de estar tan atenta a la palabra para enviar, ya que tengo en lista de espera una cantidad de términos pendientes, que son pedidos de los colaboradores. El material está a disposición de
los escribientes que a menudo lo solicitan.
Se incluyen textos producidos en clase, desgrabaciones de experiencias en equipo; todos ellos artistas y estudiantes que son motor y parte fundamental de esta empresa. También resultaron fundantes y fundadores, los primeros escribientes de este diccionario en la etapa que en que estaba constituido por un pequeño grupo de artistas y amigos  a quienes debo mi especial agradecimiento.
En el año 2000 es Enrique Ahriman quien define el título completo del proyecto. A él está dedicado este libro por su apoyo, su comprensión, su inteligencia desbordada. Su compañía y su generosidad al compartir su conocimiento resultaron un comportamiento maestro para mí. Sigue alimentándome hoy, a poco más de una año de su muerte, a pesar de lo intolerable de su ausencia.
Me gustaría señalar ciertos tipos de colaboración que fueron indispensables para el crecimiento de la red de construcción de este proyecto. Durante el año 2002, el sitio poesia.com reenvió a sus miles de suscriptores el pedido de definición junto con el poema del día. Zapatos rojos, otro sitio de poesía, también hizo otro tanto, lo que sumó colaboradores de los lugares menos pensados, como Palestina, Japón, Cartagena, distintos lugares de España, Miami y casi todos los países latinoamericanos, aportando visiones muy diferentes sobre cada entrada y también modos de utilizar el lenguaje. Entre estas grandes colaboraciones se cuenta también la revista Ramona, que llega a todo el país y también tiene distribución internacional, y los mails de Ramona semanal. Otra gran colaboración fue la publicación a manos del Gobierno de la Ciudad del diccionario de una sola palabra: Presencia. Y quiero aclarar que el Estado argentino no se conoce por proteger la producción artística local y esta publicación resulta casi milagrosa.
El diccionario fue seleccionado por el Proyecto Trama en el marco del taller de investigación sobre la práctica artística y su proyección social, eje sobre el cual basculó la construcción de la versión

100 palabras porque sí. El sitio Trama alberga una versión digital del primer libro, fotos de eventos y el CV del proyecto.
Entre los colaboradores se encuentran personas de distintas nacionalidades. No todas tienen el castellano como lengua madre sino que algunas sostienen un vinculo afectivo con el idioma y ofrecen una versión personal abriendo el abanico de expresiones así como lo abre la convivencia de modismos de hablantes de la misma lengua en diferentes países.
No se asombren si encuentran palabras desconocidas, inventadas o intermedias entre uno y otro idioma reconocible. Se han respetado hibridaciones idiomáticas y usos coloquiales incluso las así llamadas malas palabras sobre todo aquellas muy usadas diariamente.
En cada entrada están señaladas las palabras que constituyen las entradas de esta versión. Se produce la ficción de un texto digital en el cual las palabras de una entrada remiten sucesivamente a otras diversas entradas. De la misma manera se señalan palabras de la familia de una entrada; así, negativo llevará al lector a negación, familiar a familia, buscar a búsqueda, mirar a mirada.
Las inclusiones en la lista de colaboración, registradas en la entrada colaboradores, incluyen calidades y funciones de las más diversas. Las personas se registran según el nickname con el que llega la información. Así es que encontraran nombres de famosos, como Pablo Picasso, u otras picardías, que simplemente son el modo con el que llegan los textos por vía digital. Aparecen como colaboradores corporizados, los nombres de las publicaciones en papel o digitales que dan espacio a este diccionario más allá de las personas que la conforman, del mismo modo las instituciones gubernamentales o emprendimientos privados que apoyan su circulación.
Para que este diccionario funcione resulta vital el tiempo de levado en que cada individuo encuentra su modo único de ser parte, de fusionar sus vivencias y concretar su modo personal de colaboración. Este trabajo construye su molde donde se cocinará el pastel, según las posibilidades de realización en su propia circulación a partir de los encuentros con otros. Así se construyeron los usos del diccionario, que fue conformando su soporte según la ocasión.


Además de las versiones en formato libro se suman publicaciones de artistas, sitios de Internet, revistas, en formato página de artista, texto de catálogo, edición en pared, vitrina, en hojas sueltas, volantes, fotos de registro de evento, estampado en remeras, objetos relacionados a los eventos de presentación de proyecto entre los cuales se ha invitado a escribir en los paneles del stand de la feria de galerías de Buenos Aires sobre “buen gusto”, en el Museo J. B. Castagnino de Rosario sobre “contacto”, en la Bienal Venus de Tandil sobre “lindo y feo” .
Este diccionario no tiene pretensiones de exhaustividad académica. Yo no soy una teórica del arte ni lo quiero ser. Mi saber está ligado a la experimentación, a mi trabajo docente, a mi trabajo con artistas y a mi trabajo como pintora. Es más bien el modo que encontré de dar forma visible al nexo de estos componentes como parte de mi obra. historias del arte, diccionario de certezas e intuiciones expande en un diámetro mucho mayor el proyecto de mi obra total, que nace en el dibujo y en la pintura.

(*)este texto fue editado y escrito en colaboración con Eliana Lardone y Mariano García al igual que todos los textos incluídos en este libro. Eliana fue fundamental y permanente ayuda en la organización y limpieza de la información recibida archivada en el estado que llamamos torta, y el pintado posterior de las palabras de cada entrada. Mariano se ocupó de la corrección  y el pulido, ayudó con valiosos aportes de contenido; un gran maestro de la escritura. Ellos sostuvieron mi espíritu en alto, durante estos largos meses de edición.

Prohibida su reproducción
ISBN:987-1156-07-3
Impreso en la Argentina

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parque

parque
pensar en voz alta

por tulio de sagastizabal

leer nota click

en el parque de la memoria

en el parque de la memoria
los chicos dibujan y escriben sobre la palabra parque

diego tatian-centro cultural españa-córdoba


Presentar un libro no es hacer una crítica; es como presentar a alguien. Cuando presentamos a alguien, damos por lo general un dato o un elemento que es como si permitiera que la persona presentada advenga a la presencia, como si su cuerpo presente no bastara. Decimos cosas tales como “Te presento a Luis, un amigo...”, “un compañero”, “mi mujer”, o bien “el doctor o el profesor tal”, etc.Presentar un libro no es tan diferente.Es raro cómo funciona la presentación, es más lo que deja afuera que lo que presenta efectivamente. De la misma manera que presentar a alguien mencionando apenas algo es dejar fuera de la presencia, es despresentar, diría Macedonio, infinitas cosas que permanecen ausentes, también en el caso de un libro es más lo que no se hará presente y quedará ausente.Como sea, yo ahora presento este libro, del que ustedes saben algo ya –por eso están acá. Un libro con dos títulos más bien extraños.“Historias del arte” presenta un doble genitivo muy interesante. ¿Historias sobre el arte o historias que el arte cuenta y le pertenecen? ¿Es aquí el arte sujeto u objeto? Genitivo subjetivo y objetivo que se verifican ambos. El otro título es “Diccionario de certezas e intuiciones”. Tal vez la presentación debiera terminar aquí. Pero pienso mientras esto escribo en un experimento de Jakobson.- ¿Cómo leer este diccionario, que, como descubrimos al abrirlo es un anti-diccionario, o un diccionario-performance? Se trata de un diccionario hecho para el disfrute, no para la consulta ni para la instrucción. Incluso para la desinstrucción. Por tanto se lee sucesivamente, o al menos yo lo he leído así. Recordaba al “autodidacta” de La náusea (que se instruía por orden alfabético). Pero en la lectura desinstructiva de este diccionario sucede precisamente lo contrario.Un diccionario, además no exento de capricho y arbitrariedad. Incluye, por ejemplo, el vocablo “beso”. ¿Qué hace “beso” en un diccionario de arte? En fin, una “entrega especial” de Diana Aisenberg lo justifica al decir que “el estado de beso es el cuerpo a cuerpo del amor que se reproduce en cualquier acto genuino de creación”.O la palabra “carrera”, que además de no ser un término que se inscriba de suyo en alguna historia del arte, contiene unos versos que están ahí por el sólo hecho de que su autor es mi amigo Arturo Carrera, autor de “Arturito y yo” y además frecuentador de esta casa.O la palabra “ciencia”, que muchos quieren que sea el antónimo de “arte”.Si la función clásica del diccionario es la de de-finir, esto es poner límites, este “diccionario” lo que más bien hace es correr todos los límites, o más bien borrarlos, hacerlos estallar. Y hacer ver, sobre todo las enumeraciones hacen ver, que ninguna palabra es propia del arte ni exclusiva suya: el arte tiene que ver con todo y todo con el arte. Las palabras aquí se indefinen más que definirse, y crecen rizomáticamente.Y así, implica una visión del mundo. El mundo como colección y multiplicidad dispersa que opera por agregación, por composición, no como organismo que se desarrolla, madura, crece. Este diccionario prescinde de todo sacrificio. Es la alegría de la expansión sin ley, de aspiración babélica.Un diccionario, por ejemplo el de la Real Academia, no es un objeto que piense. No puede serlo, si quiere seguir siendo un diccionario. Por eso, si comprendemos una obra de arte como un “objeto pensante”, según propone Gerald Wacjman, un diccionario, como una silla o el mingitorio de un baño cualquiera no son obras de arte.Este diccionario de certezas e intuiciones, en cambio, es un objeto pensante, o también, un objeto “sensible”, como dice Diana. Por eso, a lo mejor, no puede ser usado como diccionario, porque piensa y siente. E interroga.Interroga a quién pertenece el lenguaje. Interroga la comunidad, la palabra y el misterio colectivo de la repetición.En una de sus páginas más recordadas, Ludwig Wittgenstein escribió que “nuestro lenguaje puede verse como una vieja ciudad: una maraña de callejas y plazas, de viejas y nuevas casas, y casas con anexos de diversos períodos; y esto rodeado de un conjunto de barrios nuevos con calles nuevas y regulares y con casas uniformes”. Me imagino la ciudad wittgeinsteiniana como una ciudad de frontera, como un agregado más o menos fortuito de espacios completamente disímiles: suburbios autónomos como la química, la notación infinitesimal o los signos musicales; desde luego plazas pero también sótanos; lugares de comunión pero también solitarias memorias de subsuelo. Puertas entreabiertas, ventanas a medio cerrar, espacios ciegos. Como cualquier ciudad, la ciudad del lenguaje es la posibilidad, si no de volverse vidente, al menos de volverse voyeur. Este diccionario puede ser leído como un voyeur se pasea por la ciudad.Entre otras cosas por eso este texto vivo tiene un estatuto político. Tal vez podamos usar la palabra “utopía” para referir a él: una ciudad, la ciudad del lenguaje, donde se celebra un coloquio entre los vivos y los muertos, los conocidos y los desconocidos, los presentes y los ausentes. Co-loquio en el sentido estricto de convergencia de la palabra. Una exploración de la libertad de palabra como una libertad pública –o “compartida”, dice Jorge di Paola-, que barre con toda dicotomía y con toda jerarquía. El lenguaje no tiene origen y no tiene fin, ni arché ni télos. Es por naturaleza, an-árquico. Es posible comenzar a hablar de cualquier cosa y sobre cualquier cosa. Vale también para él la imagen inimaginable de la esfera cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia en ninguna.Hay una palabra muy común, que pertenece de una manera central al léxico de la política, la palabra comunidad. Tal vez es una de las palabras que este libro “piensa”. En primer lugar, es necesario hacer una aclaración. “Comunidad” es un vocablo que tiene una historia que no podemos desconocer. A partir de un célebre estudio de Ferdinand Tönnies, Gesellschaft und Gemeninschaft (1899), se opone al concepto de “sociedad”, concebido éste como término fundante del liberalismo: la pluralidad humana es concebida, según él, como un conjunto de individuos originalmente dados que, por diversos motivos (conveniencia, interés, miedo, etc.) deciden asociarse voluntariamente –como lo deciden los socios de cualquier sociedad empresarial- y, al igual que ellos, pueden también voluntariamente romper la sociedad.En el caso de la comunidad la cuestión es diferente; se trata de un término de connotaciones muy pesadas; una palabra fuerte de la derecha teórica y política.Un pensador emblemático de la derecha radical francesa, Barrès, decía que una comunidad se funda en un cementerio. Su condición sería, entonces, la existencia de un linaje, más o menos antiguo, de muertos comunes; una tradición, en sentido fuerte. La tradición de un lenguaje que, lo sepamos o no, conservaría murmullos antepasados; murmullos, entonaciones y significados forjados a lo largo de milenios, involuntariamente reproducidos y conservados cuando simplemente hablamos.Por consiguiente, una comunidad es siempre un paganismo, la remisión a un pago y a unos dioses propios. Por ello es que le resulta aneja la temática de Blut und Boden, que orientaba la retórica nacionalsocialista.Comunidad, en suma, es siempre algo previo, algo a lo que se pertenece, biológica y culturalmente.Pero lo que este “diccionario” piensa, si no lo he entendido mal, es que debemos apartarnos lo más rápidamente posible de la anterior acepción de “comunidad”, para reinventar la palabra y dotarla de otro sentido y otros efectos –sin olvidar además que “comunismo”, vocablo aún significativo para mí, hunde su raíz precisamente allí. Entonces, ni comunidad étnica, ni “comunidad organizada”, ni comunidad religiosa, ni comunidad sustancial en ninguna de sus variantes.Quiero decir, este libro piensa que es necesario seguir algunas huellas que van en la dirección contraria. Precisamente por los riesgos que el término comporta, se han acuñado algunos términos negativos, o paradójicos; Georges Bataille habló de la “comunidad imposible” -también de la “comunidad de los amantes” y de la “comunidad de la muerte”-; Maurice Blanchot de la “comunidad inconfesable”; Jean-Luc Nancy de la “comunidad inoperante”; Roberto Esposito de la “comunidad ausente”; Giorgio Agamben de la “comunidad que viene” y de la “comunidad inesencial”; y alguien, asimismo, ha definido a la democracia como la “comunidad de los sin comunidad”. Según puede advertirse, en todos estos casos se transita un límite. (Agrego en voz baja: ¿Qué es lo que este artefacto de palabras pone en acto? ¿Una “comunidad de los artistas” (con minúsculas)? ¿Pero, qué significaría esto? ¿Comunidad del arte, arte de la comunidad? ¿Lugar común, el arte?).Como sea, antes de estas preguntas, para hacerlas correctamente diría, es necesario acuñar otra experiencia de comunidad: no algo a lo que se pertenece sino algo que se construye; no un dato sino un efecto; no una esencia sino un acontecimiento; no una coacción sino una libertad. Comunidad, no como algo que les sucede a los miembros que la forman a pesar suyo sino una producción, una generación y un deseo. En esta acepción, entrar en comunidad con algo o alguien, con otro o con otros, es una composición intrínseca con ellos que afecta de manera decisiva a las singularidades que se implican de este modo entre sí –por eso no se trata de una mera sociedad, que deja por definición incólumes a quienes toman parte en ella-. Antes bien, en este caso, las potencias que definen a los seres se complicarán así en totalidades dinámicas, parciales, abiertas, inclusivas, en la medida en que no obstruyan mutuamente su expansión y su capacidad de afectar y de actuar, sino que, al contrario, la favorezcan. Las tres posibilidades que una criatura tiene para con las otras son: el conflicto, la inmunidad, la comunidad. Se entra en conflicto debido a la existencia de ciertas pasiones -o más bien a cierto modo de ser de las pasiones-; se es inmune respecto de los demás, al contrario, gracias a una inhibición de las pasiones, que a su vez inhibe la potencia que las pasiones expresan, de modo que se imposibilita también la capacidad natural que los seres tienen de afectarse entre sí de manera radical o intrínseca; se entra en comunidad, finalmente, cuando dos o más existencias componen sus potencias tanto según cierto modo de ser de las pasiones -diferente al que tiene lugar en el conflicto-, como según la creación de una lucidez compartida. La producción de comunidad no presupone la eliminación de las pasiones sino más bien su existencia.El itinerario podría ser: desconfiar de las comunidades de hecho, a la vez que abandonar la inmunidad, para producir una comunidad. ¿Qué comunidad? ¿Qué, cuál, “dónde” esa comunidad ausente, inconfesable, inesencial, que viene? ¿Cuál esa comunidad de los despojados de comunidad? Una comunidad de singularidades –quizás en el sentido en que, ya viejo, algo enigmáticamente y como al pasar, Sartre (Sartre, de cuyo nombre, siempre que puedo, quiero acordarme) habló de un “comunismo de los singulares”. ¿Quiso decir un comunismo de los raros?, ¿un comunismo de los diferentes?, ¿un comunismo de seres absolutos?, ¿un comunismo de quienes saben que van a morir? Tal vez.El reino de la libertad no es un lugar, puede ser cualquier lugar. “Todo lo que está allá está acá, y todo lo que no está acá, no está en ninguna parte”, le gusta decir a Oscar del Barco. Tampoco es algo que haya sucedido, o que vaya a suceder. Del reino de la libertad no podemos tener ninguna nostalgia y ninguna esperanza. Nunca ha existido un reino de la libertad, ni existirá después. Sólo puede existir ahora mismo. El presente es su arcano. Eso, el reino de la libertad, ni más ni menos, es lo que podemos inventar. Es lo que cualquier criatura, sea cual sea su circunstancia, puede inventar, a condición de hacerlo junto a otras como ella. Podemos crear, ahora, aquí, con los que quieran, una comunidad de seres libres (no sé porqué, al pensar en el reino de la libertad me viene el nombre de Jorge Bonino. A pesar de un intenso deseo de comunidad, Jorge Bonino era un libre que carecía de ella). La compulsiva producción de obras de arte y de artistas es el artilugio con el que el mercado inhibe o reprime la voluntad de una existencia en común, de una comunidad. El culto a la personalidad que entraña la idea de artista presupone un sometimiento mayor, el que mendiga reconocimiento, el que pide permiso antes, el que sacrifica la libertad al elogio, o al subsidio.En realidad no hace falta nada. Es posible hacerlo todo sin esperar nada y sin pedir nada –sin pedir, sobre todo, demasiado permiso.A lo mejor ese “pueblo que falta” se halla muy cerca; es eso impersonal y común y sin atributos obturado bajo los Artistas y las Obras. Eso, me parece, es lo que está diciendo Deleuze cuando hacía el elogio del hombre sin atributos y se preguntaba: ¿qué les queda a las almas cuando ya no se aferran a particularidades? “Les queda precisamente su ‘originalidad’, es decir, un sonido que cada uno devuelve, como un ritornelo en el límite del lenguaje..., y se encuentra entonces con el otro viajero, al que reconoce por el sonido...: contra la moral europea de la salud y la caridad, una moral de la vida donde el alma no se realiza más que tomando ruta, sin otro fin, expuesta a todos los contactos, no intentando nunca salvar a otras almas, apartándose de las que devuelven un sonido demasiado autoritario o demasiado gimiente”. Esa deleuziana cultura nómade –y este diccionario bien puede ser su mapa- se establece, paradójicamente, como anhelo de comunidad; una comunidad de linajes débiles, existencias dedicadas al enigma de las palabras o de las formas, precisamente como “tartamudos de la lengua”, que buscan “inventar un pueblo que falta” y que escriben o piensan o pintan “para los terneros que mueren”.Digo por último que también yo participo de un trabajo colectivo. Pero en este caso la comunidad de la que se trata es inconfesable. Y en el marco de ese trabajo colectivo -que consiste en multiplicar una serie de relatos acerca de inverosimilitudes eróticas, y cuyo título va a ser “Las mil y una siestas de Laura”- escribí una “historia del arte”, inspirado por este libro de Diana Aisenberg. Y se me ocurrió que podía traerla, es un texto muy breve, y eventualmente leerla como ofrenda o como diálogo, como manera, entonces, de “entrar en comunidad”.



Estacion Pringles

En Coronel Pringles, inaugurando la Fundacion Estación Pringues, junto a Arturo Carrera Chiquita Gramajo y Juan José Cambre, el diccionario desarrolló una actividad hermana dentro del colegio donde Arturo estudió cuando era chiquito; mas chiquito que ahora que es regrande- Trabajamos sobre los textos de Arturo Carrera y Cesar Aira, que son de ahí, que lujo-

pedido de definicion

pedido de definicion
mesita

a ebahim abu halil

a  ebahim abu halil
carta a un amigo

a feisberto hernandez

a feisberto hernandez

invitacion pared y volante

invitacion pared y volante
stand arte viva- arteBA


sobre el empapelado

sobre el empapelado
fotos de valeria

el nombre del color

el nombre del color
tiza sobre pizarron-2008

la niña ideal

la niña ideal
catalogo

juan jose cambre diana aisenberg

juan jose cambre diana aisenberg
leyendo en voz alta

el dicc en puerto alegre

el dicc en  puerto alegre

zapatos rojos

zapatos rojos
el diccionario: lectura de poesia

por flavia da rin

MódulosListasBaseCaprichoAmorPalabraEncuentro
Es la décima vez que escribo este texto de presentación, a veces se me hace muy técnico y parco, a veces me paso de emotiva.Es difícil hablar del diccionario sin hablar de Diana y hablar de Diana sin hablar de ella como artista, como amiga, como maestra.Comencé a escribir para el diccionario en el 2001 si no me equivoco, antes de conocerla personalmente. Nos habíamos contactado a través de lo que se llamaba café Ramona, una especie de pre-foro de la revista. En ese entonces yo trabajaba en una oficina y cuando podía buscaba definiciones en paginas Web para enviarle, era frecuente que le dijera: “Diana que te busco ahora?”. Iban y venían, pedazos de artículos, canciones, formulas, links. También le enviaba las obras (horribles) que estaba haciendo, a lo que ella me respondía con preguntas. Las más simples. Esas que hacen temblar todo lo venís haciendo.“El que pasa por esa puerta es por algo” me dijo cuando entre por primera vez al taller de Av. Corrientes después de varios meses.Hay algo de mágico en como Diana ve los encuentros.Como si solo eso bastara, esta calidad de encuentro como generador de la experiencia artística o la posibilidad de la obra: “cuando alguien mira la pantalla, ya hay obra” dicebusco-encuentroPregunta – respuestaBastante simple.También insiste en la simpleza, en que las cosas simples no son bobas.Generalmente se pasa por alto pero creo que un aspecto muy llamativo del proyecto del diccionario es su sistema de colores. El fondo amarillo y las letras rojas y azules es tan clásico y reconocible como el rojo y blanco de coca cola.Personalmente cualquier cosa que vea con esa elección y proporción de colores me va sonar a “a quien guste colaborar…”. Actualmente me sucede con una marca de fósforos donde inevitablemente espero que aparezca un “busco Cerilla”,No es que haya un estudio de marketing atrás del diccionario, son solo los colores primarios.Y Allí esta la cuestión, Diana elige unidades básicas de construcción. Aquel modulo que sirve para construir todo lo demás.No en vano su pedido de que el formato del libro fuera “formato ladrillo”.Lo básico y la simpleza creo que en realidad hablan de volver al momento donde nos preguntamos nuevamente acerca de porque hacemos lo que hacemos. No esta mal preguntar 10 veces el porque de algo hasta entenderlo, no esta mal preguntarse 100 veces una cosa hasta que realmente decís algo con tus palabras.Porque convengamos que muchas veces no hablamos con nuestras palabras, que es difícil sacarse de encima, modismos y vicios. De eso se trata su trabajo como docente, de eso se trata el diccionario. En ultima instancia lo que “BUSCA” es cuestionar lo dado y recuperar “el lugar de autodeterminación del ser humano frente a los formatos establecidos.”Ese lugar de autodeterminación puede provenir incluso de un capricho. La primera edición del diccionario se llamo justamente “100 palabra porque si”. “Porque lo digo yo”, mientras allí haya una certeza, propiao inventada, no importa.Otras herramientas fundamentales en el universo Aisenberg son las listas y los regalos.En el taller teníamos listas de preguntas, listas cosas que nos gustaban, listas de referentes, listas de ejercicios, listas de pedidos, listas de ofrecidos, en sus cuadros hay listas como catálogos de frutas, de vacas, de gallinas, de nenas.El diccionario es una gran lista de palabras ordenadas. Son formas de relacionarse con el lenguaje, buscando diversos órdenes.El orden y los órdenes, por que las cosas debieran ordenarse de tal manera si pueden ordenarse de otra? Alguna vez Diana me contó que en una época su obsesión era ordenar los elementos de un cuadro como uno deja las llaves al lado del teléfono por ejemplo. Ese orden arbitrario de la cotidianeidad es también otro tipo de orden.Durante las clínicas era costumbre regalarle algo a quien mostraba, cualquier cosa, un chocolate, una hebilla, un dibujo. Había algo en esa entrega que te situaba en un lugar más amoroso. No menos critico, no menos comprometido si no más conciente del vínculo.El diccionario crea vínculos. Entre la palabra y la persona (al reflexionar sobre los términos), la persona y su lenguaje (que en cada definición se lo apropia nuevamente) persona y persona. Daisy dice que “las respuestas son como regalos”. Hay una cualidad afectiva también en las colaboraciones al diccionario.El contacto es a través de las “búsquedas”, pero lo que garantiza la participación es el nexo que cada uno de nosotros tiene los mails amarillos.Finalmente otra vez la palabra.Quienes conocen su obra pictórica saben que en muchas de sus obras aparecen escritos nombres propios, animales con nombres por ejemplo. El peso del nombrar algo como afirmación, “esto es tal cosa”, “esto es tal otra”. Esta gallina se llama Maria y este gallo se llama Juan, porque puedo hacerlo, y porque no lo haría? Esto es una naturaleza muerta y esto es un diccionario.Diana da lugar a un espacio para el encuentro, para pensar de vuelta lo que es obvio, establecer nuevos criterios, para traducir a palabras lo que hacemos los artistas, se coloca a ella misma por capricho en un lugar donde habilita la voz de todos, sin mas jerarquización que la utilitaria la necesaria para organizar un diccionario.Todo lo abarca, y se expande implacablemente, como los círculos de agua, todos los colaboradores (1166 al día de hoy), todos los formatos (Urnas, cupones, volantes, revestimientos de piso, publicaciones, instalaciones, marcos de cuadros, remeras, mesas, paredes, neones, graffitis, instalaciones, páginas web), todos los ámbitos (fue presentado en ciclos de poesía, en actos públicos, museos, galerías y eventos artísticos.).Y estas cualidades no son excluyentes del diccionario.Es una reflexión sobre el lenguaje que comienza en la intimidad y que solo se completa al encontrarse con otro (obra, colaborador, alumno, colega). Que crea y se mantiene a través de los vínculos, que promueve un uso “responsable” del lenguaje (en el sentido de hacerse cargo de por qué uno dice lo que dice, y qué dice), que abre un espacio de dialogo, que intenta afianzarnos en el con nuestras certezas, intuiciones y caprichos.Este libro es la encarnación del modo de pensamiento de Diana, de una actitud que recorre su condición de maestra, su obra y la forma en que se acerca a la obra de los otros y a nosotros. Presentación del libro editado por Adriana Hidalgo, Malba Buenos Aires Argentina

vitrina MAC

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invitacion en formato cupon

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pedido de definicion en globo

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